viernes, 11 de abril de 2008

PALABRAS DE LA SENADORA DE LA REPUBLICA PIEDAD CÓRDOBA EN LA CÁTEDRA GAITÁN , SIMPOSIO MATARON A GAITÁN, BOGOTÁ, DC., ABRIL 09 DE 2008.


Me entusiasma sobremanera la celebración de este simposio y la realización de la cátedra jorge Eliécer gaitán, por parte de la universidad nacional de Colombia, nuestra alma mater. No cabe duda que se trata de un merecido homenaje a la memoria de quien se había convertido en la esperanza cierta de la democracia, el socialismo y la paz. y a quien representó en un momento convulso del país la defensa de los sectores más débiles de la sociedad.
Gaitán egresó de este centro académico el 29 de octubre de 1924, es decir hace ochenta cuatro años, graduado con una tesis denominada "las ideas socialistas en Colombia". El espíritu de este documento traía referencias de pensadores progresistas y tenía vocación de propuesta programática para el país. era nada menos que el comienzo de una carrera publica al servicio de quienes más lo necesitaban. Allí empezó el negro gaitán su ardua lucha por la justicia social y la equidad de campesinos obreros y estudiantes. Es decir, fue en la universidad nacional donde comenzaron a abrirse paso las ideas, la capacidad de lucha y la expectativa revolucionaria de Jorge Eliécer Gaitán por Colombia. Y no lo hizo de cualquier manera, sino con sacrificios, bajo el signo trágico de la hostilidad de los amos de las instituciones y el estigma de los poderosos dueños de la economía. Los necesitados de Colombia se encontraron de frente con las ideas sociales de un ciudadano progresista que estaba dispuesto a sacrificarse por ellos. todo lo que fue y representó Jorge Eliécer Gaitán para la primera mitad del siglo XX, todo lo que construyó con su inteligencia inagotable, paradójicamente lo demanda hoy nuestra adolorida Colombia. En otro contexto pero casi con los mismos actores, Colombia padece la persecución y las masacres bananeras de la Colombia de 1929 en Santa Marta. Hoy ese desangre del pueblo se vive crudamente en el Urabá antioqueño. y esta vez no lleva el nombre de la United Fruits Company, sino el de "Chiquita Brands". Hoy el clima desolado de Colombia requiere más oraciones por los humildes y más marchas del silencio. Más antorchas y más banderas desafiantes.
Si en aquella época Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez comandaban un proyecto de terror, de exclusión y de expulsión, sesenta años después la situación no ha cambiado. Tres millones de desplazados, una desocupación del doce por ciento, que nos coloca como campeones en América Latina en ese flagelo. Son botones de una dura realidad que nos da a entender que aquí existe un tiempo circular como en las obras de García Márquez. Me atrevería a afirmar que si Gaitán existiera en nuestro tiempo no tendría necesidad de cambiar su proyecto político ni de modificar su pensamiento sobre cosas que él planteaba como el abuso imperialista, la desigualdad social o el monopolio industrial. Sus tesis están hoy más vigentes que nunca. Hay una plutocracia que facilita que las transnacionales se vayan quedando con nuestros recursos naturales y que usufructúa el poder político y económico en contra de nuestros compatriotas. Tenemos unos partidos políticos de los cuales hace tiempo la ética pública fue desterrada. Una rama ejecutiva integrada por mercaderes que se lucran de los negocios estatales. Unos medios de comunicación parcializados, que violan el derecho a estar imparcialmente informados. Unas empresas de comunicación que practican el terrorismo mediático y el delito de opinión. Unos periodistas arrodillados al poder económico y político, que mienten sin rubor que falsifican la realidad y montan matrices de opinión para generar desconcierto y liquidar reputaciones. Estoy precisamente denunciando ante el país y la comunidad internacional los montajes que contra mi buen nombre viene haciendo el grupo Ardila Lulle a través de su empresa de televisión R.C.N. (o radio casa de Nariño, como dicen los estudiantes)
La irresponsabilidad con que han puesto en peligro mi integridad y la de mi familia está en directa relación con mi oposición a un proyecto retardatario de concentración del poder por unos cuantos comisionistas del imperio. En esta tarea he venido recibiendo la solidaridad de muchos sectores de la sociedad colombiana, que han visto cómo un contratista del estado que tiene alquilado al gobierno una franja en el espacio electromagnético del estado, se ha propuesto distorsionar mis planteamientos políticos y mis ideas sobre el acuerdo humanitario y la paz, para presentarme ante los televidentes como una aliada del mal y del terrorismo. Mi lucha es contra de un congreso de la republica deslegitimado porque un sesenta por ciento de sus integrantes está vinculado con los grupos paramilitares. Contra unos paramilitares a quienes el gobierno les ha tendido la mano a través de una ley de justicia y paz que les reduce al ridículo las sanciones penitenciarias y les deja casi intactos los bienes usurpados a los campesinos y a la clase media en la provincia colombiana.
Unos actores armados aliados del estado que vienen confesando con cinismo la comisión de crímenes de lesa humanidad, en los cuales han agotado tendencias antropofágicas. Y que han bebido de la sangre de sus víctimas y sin embargo el gobierno mantiene firme su voluntad negociadora con ellos. Soy opositora de un gobierno que criminaliza la protesta social y que persigue a las víctimas de su propia violencia. Un gobierno impávido frente a la situación de los secuestrados por la insurgencia armada de las FARC. Un presidente que permite el espionaje a la oposición política, que activa las escuchas telefónicas, un gobierno arrodillado al amo del norte. Un gobierno que se ha convertido en cabeza de playa del señor Bush para combatir las tendencias alternativas y socialistas de América latina. Un presidente que se lava las manos frente a la criminalidad que acosa a los trabajadores, a los indígenas, a los afros americanos, a las mujeres y a los estudiantes.
Este sería el escenario adecuado para la lucha de jorge Eliécer Gaitán. Un hombre cuyas ideas de justicia, solidaridad y paz habían logrado articular a la multitud a un proyecto progresista, por el cual fue asesinado. Pregunto esta noche a ustedes queridos y queridas académicas y estudiantes, y compañeros y compañeras en general si el grito de combate de Gaitán sobre la restauración moral y democrática de la republica, no tiene plena vigencia. Si la afirmación de quienes están en el poder no son los mismos con las mismas. La academia debe reflexionar profundamente sobre el momento que vivimos los colombianos. Es preciso participar activamente por la solidaridad con los que sufren persecución, por las víctimas de la violencia, por los que sufren miseria porque hoy como en la época de Jorge Eliécer Gaitán ni la persecución ni el hambre, ni la miseria tienen color político.
Jorge Eliécer gaitán no solo contribuyó a visualizar los graves problemas de la sociedad de entonces desde su perspectiva de jurista, de ideólogo y de dirigente político, sino que a través de una pedagogía de la ética se propuso cambiar las costumbres políticas. No hubo en el desmayo alguno frente a la necesidad de organizar y de instruir a su pueblo para la lucha frente a la corrupción, la injusticia y la inequidad. Fue un hombre que se aproximó a su pueblo desde la diáfana posición del ejemplo. Por ello fue acogido por las masas. y no lo fue solo por el mensaje dramático de su discurso, sino porque su comportamiento, su conducta publica estaban expuestas constantemente al examen de los colombianos. Su vida era en esencia un dechado de valor insuperable. No se arredró frente al peligro que lo asechaba constantemente. Su fe en el horizonte del cambio lo llevó a asumir riesgos que muy pocos se atreverían a asumir.
Gaitán fue un hombre integérrimo en sus procederes y en sus responsabilidades. En este centro académico, el más importante de la nación, abanderó la lucha por reformas y estableció debates que lo conducirían al reconocimiento de su generación. Sabían que ese cobrizo rostro y esa figura de rasgos indígenas no iba a quedarse con un título de bajo del brazo buscando los denarios de una profesión que empezaba a ser próspera. Había en quienes los conocieron la expectativa de que gaitán avanzaría mucho más allá de los limitados campos de su profesión de abogado de pobres o de consultor jurídico de empresas transnacionales. su destino lo dirigió como por una vía previamente construida a los escenarios desde los cuales podría asumir la denuncia de los flagelos que pesaban sobre las clases populares. Fue un hombre que se dedicó con estoicismo a defender las causas que sus pares rehuían por no afrontar riesgos. Fue el más importante jefe que haya tenido mi partido en la historia política. Le introdujo reformas que aún hoy hacen parte del ideario liberal. Renovó la esperanza de las clases populares en una visión socialista de la democracia. Por ello quienes hoy estamos al frente de responsabilidades políticas, evocamos su nombre y sus ideas como un patrimonio de la colectividad. Su magnicidio no sólo llenó de desolación los espíritus de las mayorías nacionales, sino que frustró la posibilidad de una verdadera revolución democrática que hoy, sesenta años después seguimos buscando.
Por su memoria, por la simiente de su sangre derramada, los colombianos y colombianas de este tiempo estamos en la obligación de propugnar un camino de transformaciones radicales que permitan que nuestros compatriotas puedan, algún día, sentir que habitan un país del cual han desaparecido la violencia, el desplazamiento y la injusticia social. Los que mataron a Gaitán, deben saber que ese gran líder aun vive entre nosotros. Que su vida y su ejemplo iluminarán nuestro camino. Que sus ideas conducirán nuestro trabajo en la búsqueda del socialismo.

No hay comentarios: